RIO/OIR

Espacio para reflexionar acerca de nuestra historia, desde el permanente fracaso de este proyecto de país, o más bien, de este paisaje que intenta convertirse en un país. Rio oir por que el río Mapocho marca nuestro devenir histórico. Porque el rio es nuestro espejo. Porque nos susurra nuestras miserias y fracasos. Ahi va.

Thursday, February 23, 2006

¿Dónde está el desorejado Barrientos?

¿Dónde está el desorejado Barrientos?
Una reinterpretación del descubrimiento de Chile.

El 8 de Julio de 1536, en la plaza del Cuzco, antigua capital del gran imperio incásico, la cabeza de Don Diego de Almagro rodó por el suelo después del certero hachazo de su verdugo.
Sus enemigos, los Pizarristas, seguramente con resaca en el cuerpo, celebraron victoria y pasaron a la historia como los conquistadores del Virú, capital de uno de los Virreynatos más importantes de las colonias españolas en América.
El capitán español había experimentado una existencia llena de aventuras y empresas de conquista cruzadas por la mala suerte y la cercanía con la muerte. Se cuenta que en batalla, había perdido un ojo, y terminó sus días con una de las enfermedades mortales de la época: la sífilis.
Existe consenso, entre los historiadores, en afirmar que don Diego de Almagro fue el “descubridor” de Chile. Sin embargo, existen datos que podrían poner en duda esta idea, tan profusamente citada.
En efecto, tiempo antes que Almagro saliera del Cuzco, hacia este territorio que los incas llamaban Chiwi, escapando de una condena por robo, luego de haber perdido sus dos orejas en manos de un verdugo, Pedro Calvo Barrientos, partió solitario hacia estas desconocidas tierras, los pocos datos existentes (descuido o ¿un olvido premeditado que responde a otras intenciones?) lo ubican acampando en el valle del Mapocho donde habría entrado en dialogo con Michimalonko el cacique Mapuche que, años después, atacaría la recién fundada ciudad (¿o aldea) de Santiago del extremo. En este valle se integró a las tribus indígenas sin mayores problemas.
Almagro al llegar a la zona central de nuestro país, lo habría encontrado y, presumiblemente, habría regresado en su hueste, al Perú, para luego morir en la famosa batalla de las Salinas, en que almagristas y pizarristas se cruzaron en una de las tantas guerras civiles que han azolado, desde nuestra fundación, este continente.
¿Por qué entonces, se considera a Almagro como el “descubridor” de Chile y no al desorejado Barrientos?
Algunos historiadores argumentan que Almagro habría sido el descubridor inicial de Chile debido a que es gracias a él que se supo de la existencia de este territorio. Él habría llevado las primeras noticias, y las primeras descripciones de estas tierras, a la opinión pública cuzqueña de la época, y, por proyección, al resto del mundo español. En todo caso, de ser así, la primera imagen que se tuvo de Chile, fue, sin duda, la de un territorio desgraciado e infausto, sinónimo de mala suerte y fracaso.
Ante esta idea uno se podría preguntar: ¿Es característica de un descubrimiento el hecho de comunicarlo a tiempo?, ¿Si el que descubre algo, que estaba escondido u oculto, y no comunica su hallazgo a los demás, inmediatamente, no puede ser considerado un descubridor?, De hecho, los datos indican que Barrientos habría regresado al Cuzco junto al derrotado y fracasado Almagro, y seguramente narró lo que había vivido en esta loca geografía, entonces ¿Por qué no puede ser considerado como el descubridor de Chile?.
Historiadores como Sergio Villalobos, oponiéndose a las tesis de los hispanistas, proponen que el descubrimiento y conquista, habría sido obra de un número indeterminado de personas, instalan el término “empresa” para referirse a ellos, con la intención (¿) de no concentrar, en la figura de unos pocos, el protagonismo y realización de la conquista.
Estos argumentos son interesantes en la medida que rescatan otra dimensión de la conquista y descubrimiento de América, a saber, su dimensión empresarial y financiera, profusamente estudiada, durante el siglo XX.
Otros como Eyzaguirre, Encina, y algunos de los historiadores decimonónicos, relatan el hecho desde las figuras de Almagro y Valdivia. Vitale, Jobet y la historiografía marxista, propone que el proceso se realizó desde la proyección del capitalismo en América Latina.
En ambos casos, se observa que el proceso de conquista habría sido una “victoria” o “hazaña”, en los primeros, de la acción de ciertos hombres ejemplos de valentía y virtud. Y en el segundo, como triunfo de una particular estrategia del capitalismo que se comenzaba a expandir por el mundo sembrando la explotación, “del hombre por el hombre” por los nuevos continentes descubiertos.
Ninguna de las dos miradas expuestas, se detiene en la idea del fracaso que implicó la aventura o empresa de Almagro.
Otro dato, Almagro, principal gestor de la empresa de conquista del Perú, no pasó a la historia como protagonista de esa hazaña. Los textos reconocen a Francisco Pizarro como el descubridor del Virú, ante lo cual Almagro sólo se queda con los laureles del descubrimiento de esta lejana y desconocida tierra.
Estas miradas Tampoco se detienen en la experiencia de Barrientos argumentando la falta de documentos que confirmen su existencia, pero ¿Cómo establecer la verdadera existencia de los héroes del “mito inicial”, en tantos relatos que intentan explicar el origen de miles de comunidades a lo largo del desarrollo de la humanidad?, ¿Qué es esto de “probar” científicamente, la existencia de los hechos que se pierden en el laberinto profundo de nuestro origen?,
Ciertamente, ante estas preguntas, Barrientos contesta desde mediados del siglo XVI, reivindicando su papel en el descubrimiento de esta patria que a veces, tanto nos duele. Sin sus orejas nos susurra su victoria desde los tiempos de los españoles y los mapuches.
¿Por qué no pensar que el descubridor de Chile fue un soldado casi desertor, ladrón y desorejado que llegó solo a estas tierras?
¿Por qué no mirar que la fundación, nuestra fundación, fue también obra de un hombre común y corriente que huyendo de un destino trágico vio, por vez primera, este rincón del mundo?
¿ Por qué no releer el proceso de conquista como un proceso histórico que fue protagonizado por personajes mitad hombres, mitad héroes, solitarios y angustiados, ladrones y deformes como Barrientos?. ¿Por qué no complementar y enriquecer las explicaciones tejidas desde el poder de la academia que intenta “hacer ciencia” con un relato que es difícil de objetivizar?, ¿Por qué no mirar los hechos desde ese “otro lugar”, que rescata lo escondido, lo oscuro, lo íntimo, lo derrotado y lo desgraciado que están mucho más cerca de la vida y de la muerte, y su completa humanidad?.
La historia de nuestro país está plagada de derrotas y fracasos, la lista podría ser interminable, lo que aquí se propone es volver a mirar nuestra memoria desde este lugar, para poder, entre otras cosas, ampliar la mirada de nuestra historia asumiendo nuestras miserias humanas y explorar en nuestros sensibles laberintos internos.


Rodrigo Montero M.
Julio de 2003.


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